jueves, 31 de diciembre de 2015

La Gallinita Ciega

¿Qué por qué hago esto? Me preguntas. Pues porque te quiero, mi amor. Porque es tu cumpleaños y es mi manera de darte una sorpresa. ¿Qué por qué te tapo los ojos? Ya sabes que siempre me gustó jugar y no hablo del sexo, que también, pero creo que a ti te atrae más el riesgo. ¿Verdad,  amor? No digas nada, deja que la apriete mejor, no vaya a caerse y se rompa la magia. Sé que te pone cachondo que sea una guasona y una incansable bromista, así me conociste y después de tantos años sólo quiero superarme a mí misma. Ve despacio, así, no vayas a tropezar y te lastimes; por nada del mundo deberíamos hacernos daño.

Atento, estamos en el pasillo, se estrecha, no tropieces con las maletas de la chica, la he echado a patadas esta mañana. ¿Que por qué? ¿Tú qué crees?

Con cuidado, vamos a salir a la calle y vas descalzo. Te pincharás con las piedras del jardín, pero no te preocupes,  también te he metido las zapatillas de cuadros que tanto te gustan en las cajas. Lo tienes todo bien organizado. Llegó el momento, ya puedes quitarte la venda.

Participación final de año para la publicación on line especializada en microrrelatos ENTC (Esta Noche Te Cuento). El tema era Frank Sinatra y su famoso "My Way".

lunes, 21 de diciembre de 2015

Feliz aniversario querido

Como sombras disipadas por un nuevo amanecer caen, veloces, los cuerpos sin adiestrar de los novatos hasta  convertirse en acrobáticos puntos de fuga de una perspectiva aérea. Supuso que todos, en sus  primeros movimientos,  repetían lo aprendido minutos antes en la charla del instructor que no dejó de sonreír a su esposa: “en la caída libre intenten abrazar las nubes, saboreen el ácido de la adrenalina y disfruten las intensas emociones que una aventura como ésta puede asegurarles”.

Recordaba sus palabras cuando tiró de la primera anilla y nada. La segunda tampoco funcionó. Tuvo sólo algunos segundos para reprocharle a su mujer que le regalara "una experiencia única".

viernes, 11 de diciembre de 2015

Rutinas

Vuelven a ser invisibles y no porque dejen de existir o se diluyan en otra dimensión,  sino porque  yo dejo de verlos. Con el tiempo, ocurre con todo en la vida, es inevitable, pierdo el interés y aparece la penumbra: primero fueron las muñecas, luego las intimas amigas y las discotecas, los primeros novios o las compañeras de trabajo y sus maridos. Con los años, también se eclipsó parte de la familia. Los hijos también se vuelven inexistentes,  y ayer mi marido dijo que ni lo miro. Yo solo distingo una silueta inmaterial y transparente sentada en el sillón de siempre.