viernes, 12 de febrero de 2016

En lo bueno y en lo malo

Vivir a lo grande de los bienes gananciales  fue la  máxima de nuestro matrimonio durante los años que compartíamos todo con generosidad: unos elevados ingresos, un patrimonio común, viajes al Caribe, la casa de la playa,  los carísimos regalos de aniversario y los costosos tratamientos, en clínicas de belleza o desintoxicación, según quisiéramos mantener un cuerpo diez o eliminar adicciones.
Fue una de éstas, la que nos arrebató la vida a sorbos y por la nariz. Ahora, cada mañana, cuando se levanta, en estado de abstinencia, pide el divorcio, la ruptura y según el día decide qué parte de las propiedades que tenemos bajo los cartones se llevará.

Pintura de Gisela Quillay: blog

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