Había
pasado tiempo desde el empujón que desencadenó todo. Ella metió la llave en la
cerradura con miedo a encontrar algún objeto que hubiera cobrado vida, pero
todo estaba inmóvil, frágil, como a punto de quebrarse. Él aún tenía llaves,
podría haberlo encontrado, inesperadamente, en el salón, sentado, con la cabeza entre las rodillas,
llorando arrepentido por haberla tirado de la escalera y provocar la pérdida de
un bebé no deseado.
Sólo
los huecos de la estantería y el espacio vacío de la mesilla donde faltaban sus
libros mostraban, paradójicamente, signos
de vida.
Él
erraba de una pared a otra de la habitación del hotel donde se ocultaba desde aquella
noche. Vivía enjaulado, se castigaba bebiendo, fumando y tomando pastillas a
todas horas. Insistentemente, con la obstinación enfermiza que uno se ata a las
cosas que le perjudican. Esperando tener el valor suficiente para terminar con
su vida.
Los dos
sabían que no había sido un accidente fruto de la acalorada discusión. Él había
dado una patada a la escalera mientras ella subía. En el suelo todavía, la foto de su boda
atravesada por cristales y en el techo aún, el cable arrancado del que ella quiso
colgarse.
Nota: Participación en la web ENTC (Esta noche te cuento) Tema del mes : "...En Aquel Hotel de carretera"
Ilustradora: Amparo Martínez (Petra Acero)
¡Joder! menudo micro amigo mío. muy fuerte.
ResponderEliminarRamón gracias por la visita. Un abrazo
ResponderEliminar¡Guau! Menuda historia más impactante en tan pocas palabras.
ResponderEliminarNo esperaba ese giro final.
Saludos!
Gracias por la visita y el cometarío Ramón.Me alegra que te haya gustado.
ResponderEliminarHola de nuevo te dejo mi impresión, una historia de culpas, malentendidos y en definitiva falta de comunicación. Y la duda, ¿se podía haber evitado?
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Saludos
Cuando las palabras no bastan, la distancia siempre es suave. Deja un gusto muy amargo este texto, pero está perfectamente cosido.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias Albada por seguir por aquí comentando después de tanto tiempo, es un placer sentirse leído así. Abrazos
EliminarAsun gracias por tu visita y comentario y además parece que te ha gustado. Era n ejercicio de historias de fracaso donde l final nada es lo que parece. Bien visto por tu lectura aguda. Un abrazo te debo lecturas.
ResponderEliminarMe gusta el estilo con el que escribes. Muy bueno. Enhorabuena :)
ResponderEliminarSara, gracias un honor tenerte por aquí, espero que vuelvas y te guste lo que vamos sacando. Te debo lecturas un abrazo
EliminarUff, es un golpe casi tan grande como el de ella este texto.
ResponderEliminarD.Miguel bienvenido hacía tiempo y si este relato te atrajo por aquí a comentar es que algo te hizo tilín y yo tan contento. Abrazoss
Eliminar¿Existe el "micromacabrorelato"? Necesitamos eso que llaman normalidad, querido Manuel. Yo también gasto mucha energía pensando en ellas.
ResponderEliminarJajajaja querido amigo, la normalidad no puede novelarse y el gasto de energía siempre es menor del necesario jaja. abrazos maestro.
EliminarManuel, te leí en ENTC y me impresionó. Un relato lleno de fuerza, en el que los hechos, como suele ocurrir en las relaciones humanas, no son como parecen. Muy bueno. Un abrazo
ResponderEliminarConche gracias por tus amables palabras la visita , la lectura en ambos sitios en fin que una abrazo enorme y si te ha gustado me alegra un montón.
EliminarAbrazosss