
Se adivinaba en sus miradas, ocultas bajo la barretina, la sólida tranquilidad de haber realizado la faena superando los estándares de profesionalidad y discreción que la misión exigía. La zona de peligro, definida así en el manual, estaba limpia de micrófonos y cámaras ocultas y el contador de billetes electrónico sin huellas del líder independentista. Si hubieran recordado no llevar el calzoncillo sobre los pantalones, seguro que el operativo habría sido un éxito.