
El despertador, incluso apagado, sigue marcando los tiempos. Ella se levanta, más enérgica, él con movimientos aún soporíferos, de hecho, si de él dependiera, ni se movería de la cama.
Ya en la puerta, la vuelve a besar, pero sin mirarla a los ojos, le da vergüenza. A los niños los dejará en el colegio y promete no acabar en el bar con el resto de los compañeros despedidos.
Ella, acelera, sube las camas plegables, esconde los muñecos de peluche, cubre las paredes con un mural de papel que cae del techo con pirámides y constelaciones, enciende el incienso, coloca la mesa lejos de la ventana, en la penumbra, y la bola de cristal en el centro. El timbre suena a las nueve en punto, entonces, se ajusta la túnica, el falso ojo de cristal y abre la consulta.
Participación en la web ENTC,para el tema "seres mágicos
Relato "macedónico". Me explico: deja un montón de sabores de boca diferentes a la vez.
ResponderEliminarInteresante esa mujer que se vuelve adivina en aras de un trabajo, que su marido no consigue.
ResponderEliminarDetrás de cada adivino, quién sabe qué late. Un abrazo