
Algunas veces, él se acercaba y me ponía accesorios: un parche en el ojo, diademas con falsos brillantes, pelucas de muchos colores y zapatos con tacón de aguja-como los que usaban las grandes actrices- y faldas muy cortas de colegiala. Entonces, nada me extrañó, ni siquiera que el señor y yo jugáramos juntos en la misma cama y que al día siguiente entregara a mi padre un fajo de billetes.
Ilustración de Amparo Martínez Alonso.