
En el servicio militar, mi sargento, afirmando que era una dolencia
puramente mecánica, me hacía repetir, diariamente, las palabras más inopinadas:
azafato, bogavante, pasajero, y me daba collejas, según él, para escupir las silabas
una a una.
Ahora, en mi primera vista oral como abogado en la audiencia
provincial, ejercito mi respiración, relajo los órganos del habla y me
concentro en los fundamentos de mi alegato pero, sólo un silencio incómodo sale
de mi boca.
Nota: Mi apuesta para el mes de julio en el certamen de
micros del Colegio de Abogados. Máximo 150 palabras. Usar obligatoriamente las
siguientes: azafato, bogavante, pasajero, audiencia y sargento.