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domingo, 25 de junio de 2017

Súper desamor

Uno no es consciente de sus poderes de golpe, se encuentran poco a poco, ese fue mi caso y los descubrí todos, gracias a ella, lo de la kryptonita fue posterior.

La misma noche que la conocí, me enamoré. Recuerdo aquella fiesta de disfraces de la escuela secundaria. La incesante lluvia y su traje neumático ajustado. Bajé rápido las escaleras para abrirle la puerta del coche, le arrojé la capa a su paso, en varias ocasiones, para que no manchara sus zapatos y pudiera pisar sobre los charcos.
La acompañé a casa y esperé hasta que abrieron la puerta. Las siguientes semanas fuimos inseparables y descubrí la fuerza heladora de mi aliento enfriando sus bebidas y el súper beso amnesia, al chocar nuestros labios. La telequinesis, apareció al mismo tiempo que la telepatía, cuando comprobé que podía leer sus pensamientos. Ocurrió aquella noche, que deseó la luna y se la acerqué a la terraza. Que mi vista atravesaba los objetos sucedió, para mi desgracia, la tarde que ella se metió en el baño de las chicas con el joven Luthor, la misma tarde que también levanté los brazos, en un gesto de rabia, apreté los puños y eché a volar.

Relato presentado en la web de ENTC colaboración mensual.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Rutinas

Vuelven a ser invisibles y no porque dejen de existir o se diluyan en otra dimensión,  sino porque  yo dejo de verlos. Con el tiempo, ocurre con todo en la vida, es inevitable, pierdo el interés y aparece la penumbra: primero fueron las muñecas, luego las intimas amigas y las discotecas, los primeros novios o las compañeras de trabajo y sus maridos. Con los años, también se eclipsó parte de la familia. Los hijos también se vuelven inexistentes,  y ayer mi marido dijo que ni lo miro. Yo solo distingo una silueta inmaterial y transparente sentada en el sillón de siempre.