Las palabras obligadas en esta ocasión eran: desamparo, aguja, tutela, ecléctico, civil.
A ver qué pasa.

Nos casamos por lo civil de traje inmaculado, modernas y elegantes y el juzgado se llenó de
locas, gays, periodistas y cámaras de televisión, aunque mi ilusión, como cristiana,
era casarme en la ermita de mi pueblo, vestida de novia y bajo la tutela de mi Virgen.
La segunda vez fue con el puño cerrado, me partió la
nariz. La tercera lo intentó, no tuvo tiempo, cuando me levantó la mano le
clavé la aguja en el corazón.
Ahora, quiero la ayuda de su ecléctico equipo de
abogados. Nos separaremos de mutuo acuerdo, como una pareja homosexual cultivada.
Ella seguro que ya tiene poco que decir.