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viernes, 28 de octubre de 2016
Santos Inocentes
Madre quedó pronto viuda. A mi padre lo arrasó un tractor sembrando el terror entre los bancales y quedó semienterrado de tal forma-mágica dirían los vecinos- que no pudo extraerse el cuerpo.
El párroco decidió echar tierra sobre él y clavar una cruz. Dejó mujer e hija y una deuda con el terrateniente que además era ministro de no sé qué.
De la noche a la mañana dedicó la finca a la caza. Madre quedó de guardesa y haciendo grandes peroles de migas para los de la capital, que venían a tirarle al corzo.
El ministro, siempre que aparecía, llevaba a Madre a su habitación, decían que para regañarle, pero le echaba el brazo sobre los hombros por el pasillo. Madre mostraba en su rostro la belleza pulida que dejan las horas a merced de los caprichos de la naturaleza.
La acusaron de furtiva, por matar dos conejos y volarle el sombrero con pluma a uno, un domingo de montería. Como castigo nos llevaron a su casa en la ciudad.
Madre va a traerme una hermanita, mantenemos la casa, cocinamos y limpiamos la escopeta del ministro que por accidente ayer, le estalló en la cara en su último disparo.
Relato para la web ENTC (Esta Noche Te Cuento) sobre el tema "La mujer Rural"
lunes, 21 de diciembre de 2015
Feliz aniversario querido
Como sombras disipadas por un nuevo amanecer caen, veloces, los cuerpos sin adiestrar de los novatos hasta convertirse en acrobáticos puntos de fuga de una perspectiva aérea. Supuso que todos, en sus primeros movimientos, repetían lo aprendido minutos antes en la charla del instructor que no dejó de sonreír a su esposa: “en la caída libre intenten abrazar las nubes, saboreen el ácido de la adrenalina y disfruten las intensas emociones que una aventura como ésta puede asegurarles”.
Recordaba sus palabras cuando tiró de la primera anilla y nada. La segunda tampoco funcionó. Tuvo sólo algunos segundos para reprocharle a su mujer que le regalara "una experiencia única".
Recordaba sus palabras cuando tiró de la primera anilla y nada. La segunda tampoco funcionó. Tuvo sólo algunos segundos para reprocharle a su mujer que le regalara "una experiencia única".
miércoles, 7 de octubre de 2015
El coste de la virtud
El puñetero ojo de la cerradura se atascaba un poco pero con el tiempo iría más suave, le dijo, y bien pensado, lo haría más invulnerable a los atrevimientos lascivos de algunos de sus enemigos y él podría marchar a la guerra y a sus conquistas con la tranquilidad de que su bella esposa no sería violada ni ultrajada.
Los celos desaparecerían y la honra de su mujer sería respetada eternamente. Dudó un instante, lo miró fijamente a los ojos pero acabó por entregar la llave al orfebre para que le tomara las medidas exactas a su dulce esposa
Los celos desaparecerían y la honra de su mujer sería respetada eternamente. Dudó un instante, lo miró fijamente a los ojos pero acabó por entregar la llave al orfebre para que le tomara las medidas exactas a su dulce esposa
viernes, 12 de junio de 2015
La Comunidad. Relato Finalista "II Certamen de microcuentos Vallecas Calle del Libro"
En
cuestión de segundos se estrelló contra el suelo derrotado en su batalla contra
la gravedad. Quedó demostrado que ninguna de las partes de su vertebrado cuerpo
era hueca, a excepción de su cabeza, de
la que, tras el impacto, manó un hilo bramante de sangre sólida que circuló por
el asfalto de la calle principal de nuestro barrio, en línea recta,
hasta la alcantarilla de la esquina.
Había
pasado por el primer piso, a máxima velocidad,
en picado, pero ya en silencio,
aceptando su destino inminente, sin gritar, vencido, con los brazos abiertos en
forma de aspas y las palmas de las manos
extendidas, en un último intento de poder llegar a volar a golpe de ala.
En un
plano anterior, a la altura del tercer piso, intentó salvarse y maniobró dos rizos looping para agarrar la cuerda del tendedero que se rompió y le bordó un lazo mortal que le
seccionó el cuello.
Más
arriba, desde la terraza, su mujer, la
maestra de ciencias, madre de sus hijos y monitora de vuelo aficionada, le dio
el empujón que todos necesitan la primera vez. Tranquila, miró cómplice a sus vecinas segura de que le guardarían el secreto.
Nota: Este relato ha sido Finalista del "II Certamen de microcuentos Vallecas Calle del Libro" el pasado 28 de Mayo de 2015.
sábado, 24 de mayo de 2014
En la isla de las mujeres
Kuba va despertando, es la hora de
levantarse, hay que salir pronto para recolectar el Taku del que sacará la
semilla que mezclada con la fruta machacada y fermentada dará el vino. Después
decidirá los grupos de siembra y organizará el trabajo de su marido Elbo que
hoy debe poner trampas alrededor del huerto para atrapar serpientes.
A kuba le gusta Elbo, su fuerza física,
su piel, su sexo. A Elbo le gusta Kuba su inteligencia, su valentía, sus pezones. Es un hombre satisfecho que
trabaja siempre para ayudarla. Kuba sabe que debe protegerlo como a sus hijos, es
lo natural en estas islas.
La marea está alta y Elbo juega en la
playa a peleas adolescentes, a la caída de la tarde, cuando cesa la
lluvia de estrellas, va a pescar. Tomarán vino y pescado en la cena y harán el
amor una vez más.
Elbo es un hombre feliz en esta isla,
con su choza de barro rojo. Mañana es un día importante, al despertar, acompañará a su hijo mayor a buscar paja para
hacer la cama donde desvirgará a la
mujer para la que trabajará el resto de su vida.
Ilustración: Emma Jimeno
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