
El efecto de las pastillas dura cada vez menos tiempo y doblo la dosis cuando suenan las sirenas que avisan la llegada de los barcos a puerto. Los vecinos me miran indulgentes, cómplices de mi locura que no quiere admitir la evidencia del naufragio.
Prefiero hablar con ellos de cosas imposibles, de lo que les pondré de cenar o lo que haremos el lunes que libran, y al anochecer regreso.
Apuestas REC semana no sé cuál.