
Realizaba su trabajo ataviado con una escrupulosa gabardina beis y una gorra de cazador de zorros. Mantenía la costumbre de fumar en pipa, lo que daba cierto porte al restaurante, iba armado sólo con su lupa y ante cualquier comentario diario
-No lo aparques muy lejos Ernesto.
Contestaba con frases grandilocuentes.
-Elemental querido Watson-y recogía solícito la propina.