martes, 6 de agosto de 2013

Síndrome de Ulises

Fale.THe llegado a casa, a mi casa de siempre, con mis muebles de siempre, mis mandos a distancia, el agua corriente y el supermercado. He llegado a casa y solo pienso en volver a sus ciudades ruidosas y a sus coches atestados de gente transitando carreteras polvorientas.

 He vuelto a casa y mi corazón busca la bravura del río, la bondad de sus habitantes y la protección de sus dioses. Necesito su música, el ritmo y la cadencia del dromedario, el fraseo de la serpiente y el compás de las estaciones húmedas.

Si no vuelvo olvidaré cómo leer el horizonte y las variedades del té. Dejaré de tropezar con los tesoros de agua potable y los lugares donde la mitad de la gente piensa que todo irá bien, y la otra mitad cree en la magia.

Sueño que el viento me transporta a fronteras de mil dialectos y arena tibia donde los pies no se queman y las heridas las cura la tradición oral. Sueño con el tacto de sus ropas tintadas en el cielo por fuegos artificiales.

Aquí, en mi casa, no siento la huella de la independencia, no me enfrento a miradas de asalto felino, ni me levanto con la  amenaza de hambre. Mi boca necesita el sabor explosivo de sus comidas escasas y el hallazgo de aquello que les provoca la risa.


Ni siquiera he desecho mi equipaje. Mañana prepararé todo para volver a cualquier lugar de África que me envíe mi voluntario ser.

Nota: Una de las apuestas que envié el certamen de Primera edición de "Purorrelato". Concurso de microrrelatos organizado por Casa África y reenviado a ENTC

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