Le recordé que tocar las cosas de los muertos estaba prohibido. Le advertí que el eco, aquí, siempre engaña y nos hace escuchar lo que no existe. Sólo el paso del tiempo y la experiencia en el puesto le darán la sabiduría necesaria para distinguir lo que es de lo que está en
trance. Entendió, sin alarmarse, que las tumbas murmuran y que las lápidas
abiertas deben dejarse así, abiertas-porque a unos –le dije-, les cuesta más que a otros
acostumbrarse a su nueva situación. Al despedirme le entregué los guantes, la
pala y la estaca de madera.
Nota: Relato seleccionado como finalista en el certamen “MICROTENDENCIAS” organizado por La Red de Bibliotecas Públicas Municipales del Ayuntamiento de Madridy selleccionado por la revista Internacional Microcuentista para su publicación en el blog el mes de diciembre.