En espera del indulto que lo salvara de la silla eléctrica, el atracador hizo prometer al joven abogado que le haría llegar a su único hijo una cartera oculta en un apartado de correos.
La suspensión de la ejecución nunca llegó, y el abogado, fiel a su palabra, entregó al chico aquella cartera de la que extrajo una pequeña libreta y un revólver que ocultó en el bolsillo de su pantalón corto. Todo estaba perfectamente dibujado. El itinerario más seguro hasta el banco, una ruta de huida en color rojo. Las horas y las esquinas donde estarían apostados los policías sobornados. La evidencia de un trabajo concienzudo.
Estaba a punto de llorar, pero pensó con rapidez: por previsión cargaría el revólver, luego se dirigiría al banco. Todo estaba listo, todo, hasta que el mismo abogado le hizo ver que los pies no le alcanzaban a los pedales del automóvil.
Nota: Relato seleccionado en el mes de marzo en el VII Concurso de Relatos de Abogados y publicado en el portal de la Abogacía
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martes, 31 de marzo de 2015
martes, 11 de noviembre de 2014
Besos, príncipes y sapos
Con la vertiginosa
ascensión del nuevo partido político y su aplastante mayoría
absoluta, el abogado del príncipe se echó a temblar. Tenía la certeza de que,
en un plazo corto de tiempo abrirían, sin dudarlo, el candado del aforamiento y
se exigiría el pago de las deudas contraídas. Pidió ayuda al Decano de su antigua
Universidad que le respondió con un empalagoso texto en el que le felicitaba
por el cargo que había alcanzado, pero no se mojaba con algún artículo que
pudiera servirle para la defensa.
Solo él sabía del sapo que
albergaba dentro su Alteza, de sus orgías y juegos ocultos, del despilfarro y
sus compras compulsivas, de los carísimos regalos con los que agasajaba a las
bellas mujeres que lo besaban esperando la transformación y que ahora, andaban
como cachivaches arrinconados por inútiles, en el fondo de la charca.
Presentado al Concurso de Abogados de Octubre: Palabras
obligadas: cachivache, empalagoso, candado, decano, deuda.
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