Habían brotado, en
medio del bosque, numerosos instrumentos de viento, cuerda y percusión. Un
hurón albino vestido de frac dirigía los movimientos de una orquesta nunca
vista. Cientos de ranas arbóreas tatuadas, hacían piruetas sobre botones de
madera gigantes que emergieron del lago durante la noche. En las copas de los
abetos más altos, arracimados, pequeños
mamíferos terrestres, de toda clase y condición, peleaban con histéricos
pájaros venidos de las montañas por ocupar el mejor palco.
Al lado del porche,
junto al macetero, orugas velludas hacían el pino sobre plantas carnívoras a
dieta. Cuando terminó el concierto, no aplaudí. Tendría que esperar la llegada
de la primavera para desenterrar mis brazos de la tierra cultivada.
Nota: En este enlace podéis ver fotos y escuchar los relatos de finalistas , grandes compas y la ganadora total Yolanda Nava: aquí