La mujer que iba en el coche a mi lado tal
vez ya pertenecía a otro lugar. Sentada en mi taxi casi sin cabello y después
de las últimas sesiones al salir del hospital parecía un holograma fotosensible.
Su piel tenía más sentido oculta entre
objetos cristalinos que entre seres humanos. Aunque emanaba la belleza indómita
y dorada de las burbujas del champán y era cada día más transparente, su gesto,
inalterable, presentaba la dureza física
del diamante y no transmitía señales. Hacía tiempo que había dejado de hablar y
apuntaba todo en su libreta, según ella debía estar preparada para su nuevo
trabajo como secretaria de Dios.
Nota: Apuesta para REC (Relatos en cadena de ls SER semana 11. Frase comienzo: "La mujer que iba en el coche a mi lado"