Sólo a las niñas guapas y a los hermanos que se
las presentaban los embarcaban. A los que
estaban al borde de la muerte, los camuflarían en los camiones.
-Algún criterio hay que
seguir y puestos a salvar almas, apostemos por las más bellas, ¿no?- Dijo con
ese latigazo de superioridad que le otorgaba su
rango militar.
Subieron solo con lo
puesto y el resto tuvieron que tirarlo por la borda.
Horas más tarde, los
supervivientes comunicaron la lista de las personas que habían fallecido
durante la travesía y allí estaba su nombre.
A la deriva una niña bella
y su hermano, aún cogidos de las manos, eran devueltos por el mar.