Solo ceniza suspendida en el aire y desolación Ni rastro de vida. El fuego era el único elemento de la materia visible a su alrededor y un calor volcánico dominaba sobre la naturaleza ausente. Él, perdida la mirada, sin fuerzas para volar, se tambaleaba invertebrado por el borde del desfiladero, anclando débilmente, a cada paso, las garras en la roca. Visiblemente enfadado, con el corazón saurio herido y el llanto ocelado, mudando escamas de dolor en cada movimiento de su cola.
No pudo tragarse las llamas que arrojaba por la boca en cada suspiro al recordar la infidelidad de su amada.