Una vez consumado, en pocos segundos, ya estaba de vuelta en el
cielo. Es una de las muchas ventajas que tiene ser un espíritu, que te
desplazas a velocidades supersónicas y es más fácil la huida. También podemos
detener el lenguaje a nuestro antojo para comunicarnos, a través de la intuición, o con
visiones de la mente. Gozamos de la inmaterialidad pero mantenemos la
sustancia anímica y la relación sensible con los mortales, básicamente, para no
alejarnos de la realidad, y casi nunca necesitamos dormir.
Al principio, era divertido disponer de tanto tiempo, solía escuchar
a los profetas, jugar bajo el árbol de la ciencia del bien y del mal, visitar el museo y tocarle el
cuchillo a Abraham o completar un puzzle con los restos del Arca y, de vez en
cuando, los domingos, escuchaba con atención, sentado a la izquierda del Padre,
los monólogos de las almas del purgatorio.
Pero los espíritus inquietos como yo nos aburrimos, necesitamos la tentación, el riesgo de bajar a tierra, vigilar el barrio y poner orden, como hice esta mañana empujando por la ventana al nuevo amante de mi mujer.
Nota: Este relato ha sido premiado con un Accésit en el "III Certamen Nacional de Microrrelatos Villa de Baños de la Encina”.
Ilustración de Maribel Montesinos.
Pero los espíritus inquietos como yo nos aburrimos, necesitamos la tentación, el riesgo de bajar a tierra, vigilar el barrio y poner orden, como hice esta mañana empujando por la ventana al nuevo amante de mi mujer.
Nota: Este relato ha sido premiado con un Accésit en el "III Certamen Nacional de Microrrelatos Villa de Baños de la Encina”.
Ilustración de Maribel Montesinos.