Cada vez que le hablaba del último sobre rechazado el comisario me felicitaba por mi integridad profesional y humana. “Acabaremos otorgándole una medalla”, comentó. En esta ocasión, le referí que no pude negarme por ser otro el contenido. No había, como de costumbre, un fajo de billetes destinado a comprar silencios. El documento, según el confidente, delataba al verdadero asesino del alcalde.
El comisario leyó atentamente los papeles.
-¿Sospecha que haya copias?, me preguntó. Juré que era el único original y entonces, sonriéndome cómplice, empezó a quemar, una a una, las hojas de la agenda al tiempo que me pidió que saliera del despacho y mantuviera el secreto profesional.
Imagen: Cuadro de
Fernando del Castillo miembro de la Asociación ALISOS.
Un silencio difícil de mantener, aunque quizá ayude algún fajo de billetes.
ResponderEliminarUn abrazo, Manuel
Ángel todos tienen un precio jeje. Hay que seguir intentándolo.
EliminarAbrazos
Yo también valgo mucho por ello y él sigue dándome en la espalda...
ResponderEliminarMi amigo Nacho un amigo, una admirador, un esclavo un siervo....!!
EliminarAbrazos
Uy uy creo que aquí hay gato muerto encerrado.
ResponderEliminarD.Lorenzo ya te digo si lo hay, pero es tan normal que no se hace nada original jaja. abrazos
EliminarLos oscuros engranajes del poder.
ResponderEliminarY tan oscuros pobre silenciador de entornos jeje. Abrazos
EliminarMuy negro, Maestro Montesinos. Buen intento!!!
ResponderEliminarCaramba qué alegríaaa cuánto tiempo la Gran Meiga, un abrazo grandote.Gracioas por la visita.
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