¡Calla y arregla de una vez la cisterna del váter, que gotea!
Inmediatamente dejé de leer anuncios
inaccesibles de trabajo y me dirigí al baño.
Metí la mano entre el agua y allí estaba, oculto, envuelto en una bolsa de plástico, el revólver que había comprado días antes.
Metí la mano entre el agua y allí estaba, oculto, envuelto en una bolsa de plástico, el revólver que había comprado días antes.
Cerré la puerta y quité el seguro. La
bala atravesó el muslo y quedó alojada junto al dedo meñique del
pie.
Ahora, podrè solicitar la incapacidad. Los parados tenemos la ventaja de disponer del tiempo suficiente para prepararlo todo con meticulosidad.
El goteo había cesado, todo había salido
a la perfección aunque, finalmente, no tuve el valor de apuntarme a la
cabeza.