Aquel día de verano de 1945 con el escaso dinero que había ganado con la venta de su último cuadro compró una casa en el bosque. Se alejó del mundo y se marchó con su amante a morir en ella pero antes, se consagro a cultivar el mal con el virtuosismo del monstruo y en sus cuadros podían verse los detalles escabrosos de los rituales diabólicos y abyectos que se celebraron en aquella casa.
Ahora los turistas entran descalzos al estudio para pisar las salpicaduras de lo que ellos creen que es pintura y la guía pasa por encima contar lo de los niños desaparecidos.