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martes, 6 de agosto de 2013

Paralelo 36: La muerte sin sueño

Africa_Fale.TLo que se perdió, se perdió para siempre y ya no se puede recuperar. Por entonces, la tierra, abrazada en un único círculo mágico, y rodeada de un único océano, rebosaba de bellezas naturales de origen divino.

Pero quiso el destino que, un aciago día, las dos hermanas, Europa y África, inmersas en un juego de riñas, trazaran en el suelo una raya para separar sus imaginarios territorios infantiles y en ellos metieron cada una a sus escogidos.

De un lado, tomaron partido los hijos de los Dioses de rostro quemado: los bulliciosos zulúes, los mágicos bosquimanos, los tuareg de piel azul y los ágiles pigmeos disipadores del calor.

Al otro lado,  los hijos de piel nacarada y ojos cristalinos: germanos conocedores de la memoria del viento, magiares dueños del corazón de las grandes estepas y celtas,  guardianes de los secretos del hielo.


Y fue tal el ruido y la violencia en la disputa que despertaron a los demonios del abismo. Enfadados, colearon con fuerza sus miembros hasta provocar un latigazo marino, tan potente, que la tierra se resquebrajó.

África tendió la mano a Europa pero, la fuerza de los demonios ya arrastraba, a la deriva,  las dos masas terrenas y las dos hermanas quedaron separadas para siempre.

Dese entonces, el alma de los hombres no descansa hasta encontrar su alma gemela al otro lado de la tierra y sufre la muerte sin sueño hasta el final de sus días.

Nota: Tercera de las apuestas que envié el certamen de Primera edición de "Purorrelato". Concurso de microrrelatos organizado por Casa África.

Son Cosas De Niños

Telas_MontesinadasMamá y Papá llevan días revolucionados. Siempre que viajamos a África a visitar a mi otra familia pasa lo mismo.

“Son demasiadas maletas. Intenta optimizar el equipaje”. Dice Papá mientras da sus típicos golpecitos con el pie en el suelo.

“Optimiza, optimiza. Llevo sólo lo imprescindible”-responde Mamá subida de rodillas a una maleta rebelde que no puede cerrar y que parece embarazada de más maletas- “Déjame en paz y asegúrate de que llevamos todo en regla. Revisa los pasaportes, los visados, los papeles del coche  y comprueba la lista de cosas que debemos dejar hechas antes de irnos”.

Papá remira de nuevo los pasaportes, un pequeño fajo de billetes, los cuenta y lee con atención un papel con cosas escritas.

Al fondo del pasillo Amir, mi hermano pequeño, ha tirado el neceser al suelo y con el champú ha embadurnado el parqué, la pasta de dientes anda repartida por las paredes como si de pintura rupestre se tratara, su rostro parece el de un apache en pie de guerra; en una mano amenaza al mundo con una barrita de carmín y en la otra un montón de pastillas de diferentes colores.

“Y las medicinas, no olvides las medicinas que allí las necesitarás, están en el neceser”. Fue lo último que oí a Mamá antes de echarse a llorar.

El viaje a África tendría que retrasarse,  dijo mi padre por teléfono. Habíamos tenido un pequeño accidente doméstico.

Nota: Segunda apuesta para el certamen de "Purorrelato" de casa África.