Había
pasado tiempo desde el empujón que desencadenó todo. Ella metió la llave en la
cerradura con miedo a encontrar algún objeto que hubiera cobrado vida, pero
todo estaba inmóvil, frágil, como a punto de quebrarse. Él aún tenía llaves,
podría haberlo encontrado, inesperadamente, en el salón, sentado, con la cabeza entre las rodillas,
llorando arrepentido por haberla tirado de la escalera y provocar la pérdida de
un bebé no deseado.
Sólo
los huecos de la estantería y el espacio vacío de la mesilla donde faltaban sus
libros mostraban, paradójicamente, signos
de vida.
Él
erraba de una pared a otra de la habitación del hotel donde se ocultaba desde aquella
noche. Vivía enjaulado, se castigaba bebiendo, fumando y tomando pastillas a
todas horas. Insistentemente, con la obstinación enfermiza que uno se ata a las
cosas que le perjudican. Esperando tener el valor suficiente para terminar con
su vida.
Los dos
sabían que no había sido un accidente fruto de la acalorada discusión. Él había
dado una patada a la escalera mientras ella subía. En el suelo todavía, la foto de su boda
atravesada por cristales y en el techo aún, el cable arrancado del que ella quiso
colgarse.
Nota: Participación en la web ENTC (Esta noche te cuento) Tema del mes : "...En Aquel Hotel de carretera"
Ilustradora: Amparo Martínez (Petra Acero)