El puñetero ojo de la cerradura se atascaba un poco pero con el tiempo iría más suave, le dijo, y bien pensado, lo haría más invulnerable a los atrevimientos lascivos de algunos de sus enemigos y él podría marchar a la guerra y a sus conquistas con la tranquilidad de que su bella esposa no sería violada ni ultrajada.
Los celos desaparecerían y la honra de su mujer sería respetada eternamente. Dudó un instante, lo miró fijamente a los ojos pero acabó por entregar la llave al orfebre para que le tomara las medidas exactas a su dulce esposa
Los celos desaparecerían y la honra de su mujer sería respetada eternamente. Dudó un instante, lo miró fijamente a los ojos pero acabó por entregar la llave al orfebre para que le tomara las medidas exactas a su dulce esposa