No era el mar pero se le parecía. La enorme masa de agua se extendía hasta el bosque infinito. El viento levantaba olas diminutas que rompían en el hormigón del muro levantando espuma de agua dulce. Al otro lado, el abismo de la presa por la que, a una orden suya, empezó a salir el agua a borbotones.
No eran las Cataratas del Niágara pero se le parecían. Bajó la cabeza y el matón me vendó los ojos. Escuché el chasquido de sus dedos y sentí de inmediato el frío tacto del cañón de una pistola en la nuca. Parecía un beso pero era una sentencia.
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martes, 22 de noviembre de 2016
miércoles, 7 de agosto de 2013
Diversión sostenible
El caluroso verano airea vidas en aquellos adolescentes llegados de la
ciudad que rodean la fuente del pueblo
en sus bicicletas, al tiempo que empapan su escasa ropa o se ajustan las formas
desabrochando miradas.
Al otro lado, los chicos del pilón, con una
dentadura perfecta, esperan, como todos los años, a que alguna desahogue sus
indómitos pechos y a que, en un descuido, el urbano mozo hunda su rueda delantera en la zanja eterna,
alfombrada con un tablón empuntado y con la profundidad precisa para garantizar,
el choque frontal con el manillar y la rotura de dientes.
Nota: Mi apuesta para el certamen semanal de verano Viajes de la Cadena SER. Esta semana tocaba el tema: "Bicicletas".
domingo, 2 de junio de 2013
Debilidades Paganas
Ordenaron colocarle una venda en los
ojos, aunque no era un gesto habitual en el
ritual, no restaba solemnidad a la ceremonia y había que reconocer que añadía
cierto morbo eucarístico.
Además, era
un capricho de Monseñor, conocedor de las últimas modas de otras diócesis y
nada sospechoso de insurgencia, de modo que, despojamos al impúber de todos sus
hábitos excepto la venda y el alzacuellos.
-Hora de
consagrarse y expiar tus pecados hijo- le susurró Monseñor mientras lo esposaba
con las cuentas del rosario- Y ya de paso-añadió-celebraremos la Cuaresma, el
Pentecostés y la Epifanía o lo que haga
falta.
sábado, 1 de junio de 2013
El Truco Final
Ordenaron colocarle una venda en los ojos, lo amordazaron, le cubrieron la cabeza
con un saco, lo esposaron y encadenaron todo su cuerpo. Finalmente, lo
introdujeron en un baúl y cerraron todo con
candados.
La bellísima ayudante me eligió
entre el público y me indicó que subiera al cofre. Levantaron una cortina que
me ocultaba a la vista de los espectadores y segundos después, oí la voz del
escapista y la ovación del público.
Yo quería aplaudir, pero no podía
moverme, tenía la boca tapada, sentía todos mis miembros atrapados con
grilletes, me faltaba el aire y no veía nada.
Algo no iba bien.
domingo, 12 de mayo de 2013
Contrasentido
El cabo Hopkins
repartía las cartas con la izquierda. El mismo lado al que, de manera
obsesiva, aparecieron inclinados todos los cuadros de su camarote o miraban los
cientos de fotografías de su perfil. Siempre viajaba a babor y de todos era sabido que sus tendencias políticas se inclinaron hacia éste mismo flanco,
bolchevique empedernido.
Yo
estuve en su entierro, cuando le dieron
sepultura lo hicieron sobre su costado derecho. Descanse en paz.
viernes, 26 de abril de 2013
Realismo Mágico
Disfrazado de vendedora de manzanas, con la corona calada hasta las
cejas y el cofre repleto de preferentes, tóxicas y algo de oro, montó en su camello e inició la marcha.
Los Dioses le habían confiado el
secreto del código GPS de la Estrella y guiaba
con determinación la comitiva.
Gaspar le siguió sin rechistar y aunque
de mala gana, aceptó una nariz de madera larguísima, bermudas con tirantes y un gorro ridículo. En
su cofre, sobres con dinero e incienso.
Nervioso me ajusté la caperuza
roja, tiré la mirra y hui del Lobo Feroz que ya estaba dando buena cuenta de mis
amigos.
viernes, 12 de abril de 2013
Senior Assistant Shooter
¡Calla y arregla de una vez la cisterna del váter, que gotea!
Inmediatamente dejé de leer anuncios
inaccesibles de trabajo y me dirigí al baño.
Metí la mano entre el agua y allí estaba, oculto, envuelto en una bolsa de plástico, el revólver que había comprado días antes.
Metí la mano entre el agua y allí estaba, oculto, envuelto en una bolsa de plástico, el revólver que había comprado días antes.
Cerré la puerta y quité el seguro. La
bala atravesó el muslo y quedó alojada junto al dedo meñique del
pie.
Ahora, podrè solicitar la incapacidad. Los parados tenemos la ventaja de disponer del tiempo suficiente para prepararlo todo con meticulosidad.
El goteo había cesado, todo había salido
a la perfección aunque, finalmente, no tuve el valor de apuntarme a la
cabeza.
jueves, 11 de abril de 2013
Escrache Policial
Y tú para de leerme la mente, maleducado-le grité-nunca adivinarás hacia
donde voy a correr porque no voy a huir.
Para también de mirarme
las tetas y de empujarme con la porra. Me acosáis delante de mis hijos, nos
empujáis y nos sacáis a rastras, el pequeño aún lleva el mando a distancia en
la mano.
Más arriba, lo vi, sobre
el tobogán del parque, el concejal junto al director de mi sucursal dio la
orden bajando su brazo.
Cuando oí la palabra “Carga”
que salía oscura desde el interior del casco, reconocí su voz. No le importó
que aún fuéramos su familia y su casa.
Etiquetas:
Concurso microcuentos cadena SER,
Cuentos de Liliput,
Escuela de escritores,
frase comienzo: Y tú para de leerme la mente,
maleducado
miércoles, 27 de marzo de 2013
Eva liberada
-Que se arrime un poco más al borde de la cama- me susurró al móvil- En esa
posición no podré acertarle y habremos desperdiciado nuestra mejor oportunidad.
¿Y si despierta?,
pensé. No había bebido tanto, ni siquiera roncaba. Pero él tenía razón. Ahora o
nunca. No lo veía desde mi lado de la cama, pero sabía que estaba ahí en el
edificio de enfrente, preparado, con el dedo rozando el gatillo, en espera de
tener su corazón en el punto de mira.
-No te muevas, Eva, no
respires-volvió a susurrarme.
Oí un ruido sordo y no
grité cuando vi que de la costilla de Adán, brotaba un hilo de sangre.
domingo, 21 de octubre de 2012
Pasaré por tu cadáver
De la rutina insípida de su oficina no quiso salir nunca. De hecho, él
mismo lo confesaría años atrás, ante un jurado popular.
-Jamás abandoné mi silla
giratoria con ruedas, la máquina de hacer agujeros regalo del Consejero
Delegado y fundador de la empresa, la grapadora americana regalo del
subsecretario, mis cuadernillos a cuadros con margen izquierdo o mi inseparable
juego de bolígrafos en tres colores: rojo, verde y azul.
Hasta aquel día-continuó.
-Y sí. Utilicé el
abrecartas con mango de espada y hoja de
acero templado y endurecido por precipitación para rajarlo. Para mi sólo era el
nuevo y la crisis también me había cercado.
Paella Letal
Con esa exactitud tan característica de la
ciencia elegí meticulosamente
los ingredientes.
No consulté manual
alguno ni busqué por Internet aquellos que podían ser mortales con sólo
inhalarlos.
Puse agua a hervir y al
mismo tiempo, a fuego lento, maquiné un sofrito rabiosamente picante que ocultaría el
verdadero sabor de la muerte bajo la capa de guindillas, vertí una lluvia de
granos de arroz sobre el puf puf humeante, aparté el caldo con colorante y lo
añadí lentamente, coloqué la paellera en el centro del fuego para que el calor
se repartiera de manera equilibrada.
Veinte minutos y todos
tendrían en sus labios el sabor acre de la muerte.
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